Los Campamentos

Implicados en la batalla de Baecula jugaron un papel relevante cuatro escenarios campamentales. Las fuentes clásicas así lo indican, también el registro arqueológico, aunque desde las actuaciones directas sólo nos hemos podido aproximar a tres de ellos.

1.- El primer campamento cartaginés, que debió ubicarse en las proximidades del oppidum, que no hemos localizado hasta el momento.

2.-El segundo campamento cartaginés (definido como Campamento A), que se define como el emplazamiento al que se traslada todos los contingentes y que es atacado en el desarrollo de la batalla. Se ubica en la cima del Cerro de las Albahacas, ocupando el espacio con mayor potencial estratégico del entorno, en una clara posición defensiva. A partir de actuaciones de diferente naturaleza, como el análisis de la fotografía aérea y la excavación arqueológica, se ha podido definir la estructura defensiva, que alcanza unas dimensiones amplísimas, pues se ha calculado una extensión de 55 has aproximadamente. En el área más elevada, definida como el ager del campamento, se documentaron las huellas de una empalizada de doble sistema, de manera que presentaba un primer frente de empalizada irregular, que da paso a una segunda línea de estacas regulares, separadas entre sí unos 70 cm. No se constataron evidencias de foso, pero sí un trabajo de terraplén que apoyaría al sistema utilizado. Lo que se desprende de este sistema constructivo que ha quedado fosilizado en parte del parcelario actual, es que se trata de una actuación que pudo desarrollarse en un corto período de tiempo, una actuación improvisada por los acontecimientos

3.-El campamento romano de Escipión (Campamento C). Desandando el camino del ejército romano llegamos al punto de partida de las tropas para el ataque al campamento cartaginés situado en la cima del Cerro de las Albahacas. La Loma de Garrancho se define como un área, de unas 50 has, a la que se asocian elementos materiales vinculados con un establecimiento temporal de tipo campamental (tachuelas, piquetas de tienda, clavos,…). Este emplazamiento se sitúa a unos 5 km del Campamento A, lo que traducido en tiempo es aproximadamente una hora de marcha. Este posicionamiento es claramente estratégico y situaba al ejército romano en una clara posición de ventaja en cuanto a la maniobra de ataque.

4.-El segundo campamento romano (Campamento B), situado en un área amesetada, localizada al noroeste del campamento cartaginés y que se ha interpretado como la zona exterior de este, reocupada por el ejército romano, establecido tras la batalla. Las evidencias de distribución de material de superficie eran evidentes, a lo que hay que unir la documentación derivada de las actuaciones de excavación arqueológica, desarrolladas en esta zona. De esta forma, el principal indicador es la presencia de pozos excavados en la base geológica y acumulaciones de material cerámico (un total de 19 estructuras) en las que aparecen indicadores claros de su asociación al contexto bélico: restos de armas, como una moharra de lanza completa, restos de metales fundidos, escorias y otros elementos en un posible horno de refundición o reparación de este tipo de elementos, así como una ingente cantidad de cerámica indígena ibérica, fundamentalmente de almacenaje, destruida intencionalmente.

Las excavaciones nos han permitido definir varios momentos de uso en algunas de estas estructuras. Así, constatamos que sobre el nivel de suelo de algunas de ellas aparecen monedas Hispano-Cartaginesas, fechadas a finales del siglo III a.C. (posterior al 211 a.n.e.). Sobre estos depósitos se constata un contexto de destrucción/abandono ya que el material, fundamentalmente cerámica de almacenaje ibérica, junto a algún vaso de adscripción púnica, aparece destruida intencionalmente. La intencionalidad de dicha destrucción se demuestra por la aparición de grandes fragmentos de los vasos citados, agrupados y/o distribuidos entre varias de las estructuras y la aparición de esquirlas de cerámica que muestran la violencia de la destrucción, es decir, los recipientes fueron destrozados y sus fragmentos repartidos intencionalmente entre los distintos pozos existentes. Sobre este nivel de destrucción hemos localizado, en algunas de las estructuras, dos monedas romanas republicanas, emitidas en Roma en torno al 217/215 a.C., emisión que encaja perfectamente con los tiempos de su posible traslado desde la península itálica al campo de batalla del Cerro de las Albahacas.

Estos contextos documentados adquieren una importancia vital para comprender el desarrollo de estos espacios post-batalla, aunque con los datos disponibles no podemos concretar que se trate de una ocupación y abandono pocas jornadas después de la batalla, o que se trate de una guarnición que se estableciese pocos años después, no como consecuencia de esta batalla, pero si dentro del conflicto de la Segunda Guerra Púnica.